San Isidro Labrador
(Alrededores de Madrid, hacia 1080 - Madrid, 1130) Santo espaƱol, patrono de la Villa de Madrid y de los agricultores. Aunque no se tienen demasiados datos biogrĆ”ficos sobre el santo, parece ser que vino al mundo en el seno de una familia humildĆsima, poco antes de la reconquista de Madrid, en una casa situada donde en la actualidad se halla la calle de las Aguas. QuedĆ³ huĆ©rfano muy pronto, asĆ que el joven Isidro se buscĆ³ el sustento con trabajos como el de pocero hasta que finalmente se empleĆ³ como labrador.
San Isidro Labrador
Cuando AlĆ, rey de Marruecos, atacĆ³ Madrid en 1110, Isidro hizo como muchos otros y se trasladĆ³ a Torrelaguna, donde continuĆ³ con el mismo gĆ©nero de vida, dedicada al trabajo y a la oraciĆ³n, que habĆa llevado hasta el momento. Fue precisamente en la parroquia de esta localidad donde contrajo matrimonio con una joven llamada MarĆa, natural de Uceda, cuya dote matrimonial fue una heredad en su pueblo natal, lo que fue causa de que los esposos se establecieran allĆ para trabajar las tierras por cuenta propia.
Aunque Isidro era piadoso y devoto, su esposa no le iba a la zaga a este respecto, ni tampoco en cuanto a laboriosidad, todo lo cual hizo -segĆŗn la leyenda- que se granjearan la predilecciĆ³n de Dios, que los beneficiĆ³ con su ayuda innumerables veces, como cuando salvĆ³ milagrosamente a su hijo Ćŗnico que habĆa caĆdo en un profundo pozo o cuando permitiĆ³ a MarĆa pasar a pie enjuto sobre el rĆo Jarama y asĆ librarse de los infundios de infidelidad que contra ella lanzaban las gentes.
En 1119, Isidro volviĆ³ de nuevo a Madrid, y entrĆ³ a trabajar como jornalero agricultor al servicio de un tal Juan de Vargas. EstableciĆ³ su morada junto a la Iglesia de San AndrĆ©s, donde oĆa la misa del alba todas las maƱanas y, luego, atravesaba el puente de Segovia -las tierras de su patrĆ³n estaban del otro lado del Manzanares- para aprestarse al duro trabajo de roturar la tierra con el arado. Se dice de Ć©l que daba cuanto tenĆa a los menesterosos, y aĆŗn a las palomas hambrientas cedĆa las migas de pan de las que se alimentaba.
Con el correr del tiempo decidieron los esposos separarse para llevar una vida de mayor santidad; marchĆ³ asĆ Isidro a Madrid, mientras MarĆa quedaba en Caraquiz consagrada al cuidado de la ermita, la cual barrĆa y aseaba diariamente, al tiempo que pedĆa limosna para costear el aceite que alumbraba la imagen. La separaciĆ³n durĆ³ hasta la Ćŗltima enfermedad del santo, cuando MarĆa tuvo noticia por un Ć”ngel de la muerte de su marido. CorriĆ³ presta a la Villa y no se separĆ³ del lado de su esposo hasta que Ć©ste exhalĆ³ su Ćŗltimo aliento. Luego volviĆ³ a Caraquiz y, despuĆ©s de unos aƱos, tambiĆ©n muriĆ³.
A Isidro, como pobre de solemnidad que era, se le enterrĆ³ en el cementerio de la parroquia de San AndrĆ©s, en una tosca caja de madera sin cepillar. Transcurridos cuarenta aƱos, como los prodigios de Isidro seguĆan corriendo de boca en boca, ante la insistencia del pueblo, se exhumĆ³ el cuerpo y se le dio sepultura en el interior del templo. Se vio entonces que, a pesar del tiempo transcurrido y de haber estado expuesto a las inclemencias meteorolĆ³gicas, todavĆa se conservaba entero y de color tan natural como si estuviera vivo, prodigio que se ha podido comprobar en las mĆŗltiples traslaciones que de su cuerpo se han hecho.
Cuando Alfonso VIII de Castilla vino a Madrid tras haber derrotado al moro en las Navas de Tolosa, ordenĆ³ que el cuerpo fuera colocado en un arca bellamente policromada con escenas de la vida de Isidro. La beatificaciĆ³n, pronunciada por el papa Paulo V el 14 de junio de 1619, a instancias del rey Felipe III, fue acontecimiento largo tiempo esperado por el pueblo madrileƱo; para conmemorar el evento se celebraron grandes festejos, en el transcurso de los cuales se inaugurĆ³ la plaza Mayor.
El 19 de junio de 1622, Isidro, que en la memoria del pueblo ya era santo, fue canonizado por el papa Gregorio XV, junto a Santa Teresa de JesĆŗs, San Ignacio de Loyola, San Francisco Javier y San Felipe Neri. En 1657 el arquitecto fray Diego de Madrid comenzĆ³ a levantar la capilla de San Isidro -primer ejemplo del barroco madrileƱo-, aneja a la iglesia de San AndrĆ©s, destinada a contener la urna del santo, cuyo traslado se produjo definitivamente en 1669. El 4 de febrero de 1789, Carlos III ordenĆ³ que la urna fuera instalada en el antiguo Colegio Imperial, que pasĆ³ a llamarse entonces Iglesia Real de San Isidro, y que luego serĆa la catedral de Madrid.
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