Tradicionalmente,
en la Iglesia, el mes de julio está dedicado a la devoción a la Preciosísima
Sangre de Cristo. En este artículo se describe el origen y evolución de la
misma.
Aunque a
lo largo de los siglos la Iglesia presentó varias fiestas de la Santísima
Sangre, no fue hasta el siglo XIX cuando se estableció una fiesta universal.
Así, por ejemplo, previamente fue durante el pontificado Benedicto XIV
(1740-1758) cuando se compusieron la Misa y el Oficio en honor de la Sangre
adorable del Divino Salvador.
Tal y
como señala san Juan XXIII en su Carta Apostólica Inde a Primis sobre
la devoción a la Preciosísima Sangre, su “propagador admirable” fue en el siglo
XIX, el sacerdote romano san Gaspar del Búfalo”, fundador de los misioneros de
la Preciosa Sangre.
Más
tarde, Pío IX, durante la Primera Guerra Italiana por la Independencia en 1849,
se vio obligado a exiliarse a Gaeta. Allí recibió la visita de don Giovanni
Merlini, misionero de la Preciosa Sangre, que le sugirió que instituyera la
consabida fiesta y predijo el final del exilio con ella.
El papa
hizo la promesa de hacerlo y, con el decreto Redempti
sumus (10 de agosto de 1849), extendió a toda la Iglesia la
festividad de la Preciosísima Sangre. Después, Pío X, en 1914, la fijó en el
día 1 de julio.
El papa
Pío XI, como recuerdo del XIX Centenario de la Redención, elevó dicha fiesta a
rito doble de primera clase, “con el fin de que, al incrementar la solemnidad
litúrgica, se intensificase también la devoción y se derramasen más
copiosamente sobre los hombres los frutos de la Sangre redentora”, explica san
Juan XXIII.
Juan
XXIII
Este
papa santo, en la citada carta apostólica y con objeto de incrementar más el
culto a la preciosa Sangre de Jesucristo, aprobó las Letanías a la Sangre de
Cristo y recomendó que se recitasen en todo el mundo católico de manera pública
o privada “con la concesión de indulgencias especiales”.
Igualmente,
propuso que, al acercarse la fiesta y el mes consagrado al culto de la Sangre
de Cristo (julio), “los fieles la hagan objeto de sus más devotas meditaciones
y más frecuentes comuniones sacramentales. Que reflexionen, iluminados por las
saludables enseñanzas que dimanan de los Libros Sagrados y de la doctrina de
los santos padres y doctores de la Iglesia en el valor sobreabundante,
infinito, de esta Sangre verdaderamente preciosísima (…)”.
Fiesta
de la Preciosa Sangre
San
Pablo VI, con la reforma del Calendario, la unió a la fiesta del Corpus Christi, que
desde entonces se celebra en toda la Iglesia como la Solemnidad del Santísimo
Cuerpo y Sangre de Cristo. No obstante, se estableció una Misa votiva en honor
de la Preciosa Sangre que se puede celebrar en el mes de julio o en la mayoría
de los otros meses del año.
Igualmente,
las Congregaciones vinculadas a la espiritualidad de la Sangre de Cristo
todavía celebran la fiesta el 1 de julio con el grado de solemnidad.
Por toda esta tradición, en este mes
del año, se anima a los católicos a meditar sobre el sacrificio de Jesús y el
derramamiento de su sangre por la humanidad el Jueves Santo.
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